Después de haber leído el texto Los Universitarios y la Lectura y haber comparado el mismo con los resultados obtenidos en el cuestionario realizado en clase, no podemos estar más de acuerdo en lo que en él se expone. Podríamos decir que los miembros de nuestro grupo somos el fiel reflejo de los universitarios descritos en el texto.
Para empezar, estamos de acuerdo con aquello que se expone de que los estudiantes novatos llegan a la universidad con un nivel insuficiente al que se requiere en dicha institución. Esto debería hacernos pensar en si realmente los institutos, o al menos, el bachillerato plantea bien su forma de enseñar. Es más, nuestra opinión es que en el bachillerato no se enseña, y por tanto mucho menos se fomenta la lectura, sino lo único que se hace es preparar la selectividad, pasando por alto aspectos tan importantes como el que tratamos: la lectura.
Una vez en la universidad, reina el "sálvese quién pueda". Si no tienes el nivel suficiente y los hábitos lectores son escasos debes buscarte la vida para afrontar lo que por otra parte exige la universidad. Por una parte, esto provoca una actitud de rechazo por parte de los alumnos. Para que se entienda bien, el 50% de nuestro grupo es lector habitual, y reconoce que a la hora de coger un libro para clase y leer no le supone un gran problema, incluso, cuando deben hacer un trabajo, una de las primeras alternativas es la biblioteca; cosa que no ocurre con el otro 50% . Es decir, los que son lectores habituales tienen una actitud positiva delante de este tipo de actividades, al contrario del otro 50%, a los cuales les supone un esfuerzo costoso.
Esto demuestra que existe una clara relación entre lectura y "formación académica". Por tanto, ¿si cada vez queda más claro que leer es una herramienta sumamente importante, por que no desarrollarla? Bajo nuestro punto de vista, si fomentamos la lectura, obtendremos mejores estudiantes, y al conseguir esto, tendremos estudiante contentos que se sentirán capacitados para afrontar estas tareas, y en última instancia, creemos que esta actitud ayudaría a que se acudiera a la lectura con objetivos placenteros y lúdicos.
Además, también coincidimos con los universitarios descritos en el texto en cuanto a la relación que tenemos con la biblioteca. Es cierto que todos los miembros del grupo frecuentamos la biblioteca, pero sólo el 25% lo hace por placer, mientras que el 75% acude por estudios o trabajos. Es obvio que uno de los factores fundamentales que propicia esto es lo comentado en el párrafo anterior. Aún así, también creemos y como defiende la autora del texto, que el personal bibliotecario debería hacer algo al respecto. ¿Qué queremos decir con esto?
Por ejemplo, en la biblioteca de la universidad de Alicante el ambiente que se respira es de estricto silencio y donde la gran mayoría de los espacios están dedicados a estudiar, trabajos en grupo o investigar. Esto nos hace plantearnos que si queremos fomentar la lectura por placer, deberían existir otros espacios habilitados para ello. Es más, creemos que no es sólo nuestra biblioteca, pensando en otros ejemplos nos hemos percatado que las bibliotecas de nuestras diferentes localidades se asemejan bastante a la del campus de Alicante.
Para finalizar, y gracias a que nos hemos sentido descritos mediante el texto nos ha incitado a reflexionar un par de cosas.
La primera es que como futuros docentes creemos que se debería enfocar la lectura de otra forma. No sólo enseñar a leer, sino educar a leer. Afirmando esto queremos referirnos que el hábito lector debe ser un conjunto de aspectos, como la lectura en sí, el conocimiento de la existencia de bibliotecas y su funcionamiento y los beneficios de las mismas. Además, creemos que es necesario superar el pensamiento que leer sólo sirve para aprobar. Si conseguimos que los alumnos lean por placer, mejorarán en la lectura, lo que significará que las tareas en las que implica utilizar la misma les resultará fácil y amena, y será cuando vean el verdadero beneficio que les aporta leer.
La segunda y última es que para mejorar, es necesario el apoyo y sustento de los profesionales de las bibliotecas. Un tándem entre maestros y bibliotecarios en el que el objetivo principal sea fomentar la lectura como método lúdico y entretenimiento.