domingo, 29 de septiembre de 2013

FUNCIONES DE PROPP

 Hoy os presentamos nuestro cuento creado a través del juego "Funciones de Propp".

 El juego consistía en repartir unas cartas a cada grupo donde apareciesen:
- Dos personajes
- Un objeto
- Un aspecto
- Una situación
- Un lugar
- Y un final (opcional)

Las cartas correspondientes a nuestro grupo han sido:
- El rey y el ladrón
- Un libro
- Perdido
- Un rescate
- Una cueva
- y se le devolvió a su dueño.

Nosotros hemos creado, a partir de estos datos, una magnífica historia. ¡Esperamos que os guste!
 Y si preferís escucharla, aquí la teneis: 



Érase una vez un bondadoso rey, llamado Abel, que vivía en un frondoso bosque. Abel estaba casado con Sofía y juntos tuvieron dos hermosas hijas: Miriam y Patricia.

Una tarde el rey salió a cazar ciervos. Fue una cacería tan maravillosa y abundante, que el rey Abel perdió la noción del tiempo hasta oscurecer. Cuando quiso regresar, se encontró totalmente perdido y no tuvo más remedio que  refugiarse en una cueva. Jamás la había visto. Era grande y laberíntica. La noche fue muy larga, por lo que el rey Abel decidió adentrarse en la cueva para comprobar que misteriosos secretos podría esconder. Tras caminar durante unos minutos, escuchó murmullos. Al intentar acercarse para pedir ayuda, escuchó como hablaban de un botín. Eran ladrones. El rey Abel, entonces, se escondió y siguió escuchando. El cabecilla de los ladrones, Loreno, dijo:

-          - Por fin esta tarde conseguimos nuestro más preciado tesoro: el libro mágico de la vida eterna.

 Al escuchar eso, el rey Abel cayó en la cuenta que del libro que estaban hablando era  su libro.

 El rey Abel, muy asustado, salió corriendo en busca de ayuda, pero se perdió por el camino y quedó atrapado en la fría cueva.
-      
           - ¡Ayuda, ayuda! – dijo el rey. Y se cayó en un profundo agujero.

 Los ladrones, que escucharon ruidos, fueron en busca de respuestas sobre lo que habría podido ocurrir. Cuando llegaron al agujero, vieron al rey Abel atrapado. Los ladrones no querían ayudarle, pero el ladrón Loreno ordenó su rescate.

 El rey Abel, como agradecimiento, les ofreció trabajo para que pudiesen dejar su vida criminal y ganarse la vida honradamente. Loreno, entonces, le devolvió su libro, y repartió toda la fortuna a los realmente necesitados, tras observar que el rey, a pesar de haberle robado el libro, mostró una gran compasión y bondad hacia él y sus compañeros. 


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